“Una noche, cuando las cosas se pusieron muy fuertes, él reaccionó especialmente con nuestra hija Mía. Hice la denuncia en la comisaría y decidí dejar mi casa e irme con los chicos a la casa de mi mamá.”
Julieta Cobelo
Vivía junto al papá de mis hijos, cuando comencé a padecer momentos de violencia generados por él. Cada vez era más difícil la situación, porque además de violencia, consumìa drogas.
En oportunidades me dejaba encerrada y llegué a perder el trabajo por no poder salir de casa.
Una noche, cuando las cosas se pusieron muy fuertes, él reaccionó especialmente con nuestra hija Mía. Hice la denuncia en la comisaría y decidí dejar mi casa e irme con los chicos a la casa de mi mamá.
Ella vivía con mi hermano, -que tambien consumía drogas-, por esta causa, otra vez comenzaron los episodios de violencia sobre nosotros, pero esta vez, de parte de mi hermano.
Necesitábamos un lugar para vivir y poder estar tranquilos.
Una amiga nos ofreció ir con mis otros hijos a su casa, el único ingreso era mi trabajo y cada vez se hacía más difícil alquilar, no contaba con recursos, ni cumplía requisitos.
A través de un conocido, tuvimos la oportunidad de visitar un lugar para vivir, así que fuimos a verlo y el lugar no sólo nos encantó, sino que no nos pidieron recibos ni nada, solo el dinero para entrar… ¡pero no lo teníamos! al salir de ahí le pedí a Dios… y solo con pedir recibí el llamado de una persona ofreciéndome ese dinero ¡Dios es fiel!
Ese día señamos la casa y esa misma noche dormimos todos juntos en un colchón inflable. Estábamos en paz los 4 juntos.
Dios completó la obra, no se olvidó de nosotros; en el lapso de dos semanas recibimos muchísimos regalos: colchones, cocina, lavarropas, televisor, ropa entre otras cosas, todo en perfectas condiciones.
Hoy recuerdo el día que nos fuimos de casa por primera vez, y como Dios nos cuidó en cada momento, lo que siempre quisimos fue poder estar tranquilos y vivir juntos y hoy es una realidad.
