“NUNCA HUBIÉSEMOS PENSADO QUE UN HECHO TAN DOLOROSO, CAMBIARÍA NUESTRAS VIDAS PARA BIEN”

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El cuadro de Milo en terapia intensiva, era de muerte … había que evaluarlo hora tras hora para saber si sobreviviría.

María Laura Lopez Cross

Ese verano de febrero de 2018  nos escapamos unos días a la costa para visitar al abuelo que vive en Miramar, Juanita tenía casi 4 meses y Milo 4 años y medio.

Atilio, mi esposo, tuvo que regresar antes a capital por asuntos laborales y yo me quede con los nenes unos días más y asi volver con mi papá ese fin de semana.

Recuerdo que la noche previa al viaje Milo se enfermó y pasó toda la noche vomitando, casi no dormimos. Luego del almuerzo salimos a la ruta, mi papá manejaba y nosotros 3 íbamos atrás agotados por la mala noche que habíamos pasado.

Apenas entramos en la ruta 2 le di el pecho a Juanita,  la puse en el huevito con el cinturón y quedé completamente dormida a su lado -sin ponerme mi cinturón-. En ese instante mi papá se adormeció mientras manejaba y el auto salió de la ruta despistando a la banquina  y chocando contra un muro de un desagüe. Otros vehículos frenaron, llamaron al 911 y ayudaron a asistirnos.

Llegaron dos ambulancias una se fue con los heridos más graves Milo y yo y la otra con los menos graves: mi papa y Juanita, nos llevaron a todos a hospitales diferentes.

La policía dio aviso a los familiares, había manifestaciones en la ruta y Atilio y mi mamá viajaron hasta la costa en avión para encontrarnos, con los dos últimos asientos libres que había en el primer vuelo disponible a Mar del Plata.

Al llegar al hospital Atilio fue a verme y encontró un panorama horrible, estaba irreconocible pero estable. 

Luego fueron al hospital de niños a ver a Juana y Milo. Encontraron a Juana ilesa, pero el cuadro de Milo,  en terapia intensiva, era de muerte. Estaba muy grave con politraumatismo de cráneo,  hipertensión intracraneana, y fractura de clavícula, los médicos no sabían si podría pasar esa noche, y había que evaluarlo hora tras hora para saber si sobreviviría.. 

Cuando Atilio ingresó a ver a Milo ocurrió el primer milagro: al repetir los estudios la fractura de clavícula ya no estaba, Dios empezó a mostrar su mano.

Estuvo 5 días en terapia intensiva, con graves complicaciones y un estado muy delicado.
Milo estaba literalmente en las manos de Dios.

Ya en sala común una mañana Atilio (destruido internamente) recibe a una enfermera quien le pregunto: “-¿que pasa papi? ¡hoy es un muy buen día!, le pregunté al nene como se llamaba y me dijo Milo, le pregunté el color de sus ojos y me dijo verdes, ¡es un gran avance el de este día!

Milo había empezado a reaccionar a los estímulos.
Aún sin probar alimentos por vía oral, con sonda nasogástrica, pañales y sin control de esfínteres, le pidió a la abuela que le llevará helado y lo tomó bien, y le pidió ir al baño caminando con ayuda, ¡Dios seguía mostrando su poder!

Empezó a comer por vía oral y a succionar con sorbete, y a hablar diciendo los colores en inglés sin ayuda de nadie.

Milo comenzó a aburrirse y pidió salir de la sala a caminar, lo vieron los pediatras y se sorprendieron de su avance, entonces al día siguiente decidieron dar el alta, confirmando que estaba listo para irse, que su mejoría fue un milagro y el día 12 finalmente llegó el alta y Milo salió del hospital sin ninguna secuela de las que podría tener, está sano para la gloria de Dios.

Mientras, yo estaba en otro hospital con politraumatismos de cráneo, fractura de mandíbula, fractura de costillas, neumotórax, fractura en H del sacro, fisura en el antebrazo, cortes en la cara, pierna, alteraciones del nervio ciático por engrosamiento, alteración del nervio óptico con alteraciones de la visión del ojo derecho, pérdida de piezas dentales.

Estuve 15 días en terapia intensiva con respirador, que me generó nódulos en la tráquea y posteriormente complicaron las cirugías, además contraje el virus de la meningitis. Prácticamente estuve más de dos meses internada en hospitales de Mar del plata y Capital y luego pase a internación domiciliaria, baje casi  8kg y caminaba con andador, no podía ocuparme del cuidado de mis dos hijos porque apenas podía cuidar de mi.

El 2018 fue un año muy duro para nuestra familia; en cuanto a la salud física y mental, pasamos por momentos muy difíciles donde la angustia, la desmotivación y la depresión intentaron entrar en nuestras vidas, pero nuestro refugio siempre fue seguir tomados de la mano de Jesús, caminar solo por Fe, siempre para adelante, Dios tenía un plan para nosotros y estábamos empezando a descubrirlo.
Hoy estamos viviendo por milagro en Italia, felices, establecidos y sanos.


Nunca hubiésemos pensado que un suceso, tan doloroso, cambiaría el curso de nuestras vidas para bien. Dios giró el volante y redimió todo aquello llevándonos a lugares que nunca hubiéramos imaginado y nos dio una vida plena.

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